Monday, January 14, 2008


Desaparición de 40 cubanos abruma a familias

El Servicio Guardacostas considera desaparecidos a los 40 náufragos y sospecha que el caso es otra operación de contrabando humano, una de un número cada vez mayor desde que Fidel Castro cedió el poder a su hermano Raúl en julio del 2006.
Grupos de exiliados cubanos calculan que miles han muerto en el mar desde que Castro tomó el poder en 1959. Se cree que más de 220 inmigrantes cubanos --entre ellos los 40 de marras-- han muerto en el mar desde enero del 2001.
Oficiales del Guardacostas, frustrados por el aumento de las operaciones de contrabando y las tragedias en el mar, han pedido a la comunidad de exiliados que se pronuncien contra estos peligrosos viajes. Los barcos abarrotados de inmigrantes son un negocio lucrativo para los contrabandistas, que cobran hasta $10,000 por persona.
Si El Grifo era un contrabandista, se preparaba a ganar $400,000 en ese viaje.
La noticia de la desaparición del barco fue mucho para Regla Jiménez, de 55 años, que murió en Matanzas el Día de Navidad. Jiménez, cuyos dos hijos ya estaban en el sur de la Florida, sufrió un infarto al enterarse que sus nietos --una niña y un niño, ambos de un año-- y dos nueras habían desaparecido.
Aunque los familiares contactados por The Miami Herald en Cuba y el sur de la Florida insisten en que se enteraron del viaje a última hora y no sabían nada de una operación de contrabando, los Guardacostas dice que los familiares esperaron mucho --casi dos semanas-- en reportar la desaparición, un error potencialmente fatal.
''Después de 12 días el área de búsqueda habría sido demasiado grande, cualquier punto entre Cuba y Carolina del Norte'', dijo el portavoz del Servicio Guardacostas, teniente de navío Chris O'Neal.
The Miami Herald encontró a 11 familiares --uno en Houston-- de ocho de las familias de los desaparecidos para tener idea de qué pudo haber sucedido. Identificaron a 22 de los 40 en el peligroso viaje. Esto es lo que recuerdan:
Luis Bazán, de 40 años, estaba preparando la carga de un avión en el Aeropuerto Internacional de Miami el 23 de noviembre cuando su móvil sonó a las 11 a.m. Era su esposa, Yusmari Rosales, de 27 años, que lo llamaba desde la embarcación, que estaba al sur de Cay Sal, en la parte más al sur de las Bahamas.
Rosales, que hablaba emocionada, le dijo a Bazán que sus hijos, Yalon, de 2 años, y Yaseel, de 8, estaban con ella. Muchos de los otros pasajeros estaban mareados, le dijo, pero por lo demás todo estaba bien.
''Estaba muy nerviosa, loca de emoción porque dentro de poco llegaría y disfrutaría de la libertad en este gran país'', dijo Bazán la semana pasada.
El Grifo estaba esperando que cayera la noche para tomar rumbo norte en la oscuridad y tratar de evitar al Servicio Guardacostas.
El pronóstico del tiempo era de cielos despejados con posibilidad de algunos chubascos. Un frente frío se aproximaba desde el norte. El mar tenía olas de uno a dos pies 60 millas al sur de los Cayos.
MiamiHerald.com

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