Saturday, November 24, 2007


El comercio entre dominicanos y haitianos en Dajabón mueve al año 33 millones de dólares

Cuando se creía que se había levantado un muro de separación y rechazo con el recién creado Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT), la comunidad encontró un extraordinario interlocutor en el comandante del mismo, mayor general Adriano Silverio Rodríguez, quien respondió positivamente a los reclamos.

Ha quedado claro que el mercado binacional tiene que ser preservado en beneficio no solo de los dajabonenses, sino también de los productores agropecuarios e industriales de todo el país, beneficiarios de una balanza comercial absolutamente inclinada hacia el lado este de la isla a razón de 43 por 1.

Tremendo desbalance

La comunidad de Dajabón expresaba con enfado su indignación frente a comunicadores y autoridades que presentaban sus reclamos de respeto al intercambio comercial con Haití y reglas claras para la vigilancia en la frontera como oposición a la legítima actuación de las autoridades.

Se dijo que detrás de la sociedad civil dajabonense se ocultaban los intereses de contrabandistas, narcotraficantes y prohaitianos que se amparaban en la anarquía con que opera el mercado binacional, por lo que se justificaba cualquier actividad represiva sin importar que quebrara una actividad comercial de decenas de millones de dólares al año.

En los 9 años entre el 1997 y el 2005, los dominicanos exportaron hacia Haití productos por 659 millones 140 mil dólares, que si se les suman los 96 millones 316 mil de las zonas francas, totalizan 755 millones 457 mil dólares.

En cambio las importaciones desde Haití apenas sumaron 15 millones 711 mil dólares. Sin los productos de zona franca la relación es 43 dólares de exportación por 1 de importación.

En el 2005 el balance es más desproporcionado. Las exportaciones nacionales fueron por 122 millones 88 mil dólares, y las importaciones alcanzaron apenas los 2 millones 196 mil dólares, para una relación de 56 por 1.Incluidas las zonas francas el desbalance es de 161 millones 49 mil a 2 millones 196 mil dólares, 73 por 1.

Beneficio repartido

La mayor parte de las exportaciones hacia Haití cruzan por el punto fronterizo de Dajabón, en patanas y camiones. Lo que se registra del mercado que opera lunes y viernes en Dajabón no se precisa, pero los estimados rondan alrededor de los 50 millones de pesos semanales, mil millones al año, equivalentes a unos 33 millones de dólares.

También en este el balance es ampliamente favorable para los productores nacionales. Se exportan productos industriales principalmente harina, cemento, salami, pasta de tomate, catchup, plásticos; y agropecuarios como pollos, huevos y puntilla de arroz, además de repuestos de vehículos. Los haitianos venden básicamente ropa, zapatos y electrodomésticos, nuevos y de medio uso, bebidas alcohólicas y frutas.

La comunidad de Dajabón se beneficia no tanto por la exportación, pues la local es agropecuaria, sino por la comercialización y venta de servicios, hoteleros (hay 25 hoteles con más de 800 habitaciones), de comidas y bebidas, alquiler de sanitarios, transporte y otros, que se ofrecen no solo a los compradores haitianos, sino también a los dominicanos que provienen de distintas regiones para comprar y vender.

Los mayores beneficiarios son los productores industriales y de huevos del Cibao y de todo el país. El mercado binacional no sólo es víctima de irracionalidades dominicanas, sino también de intereses haitianos, que a principios de noviembre impusieron restricciones al paso hacia Dajabón.

Los grandes importadores de Puerto Príncipe están pensando en el mercado del norte haitiano, que se suple en gran proporción desde Dajabón. Una razón adicional por la que la sociedad civil dajabonense cree que su mercado tiene que ser organizado y protegido, en vez de reprimírsele.

Una comunidad unida

No era sólo el padre jesuita Regino Martínez y su Solidaridad Fronteriza la que reclamaba. Estaba toda la Iglesia Católica, con el párroco Roberto Guzmán, y la influyente Radio Marién que dirige el padre Guillermo Perdomo, y la Iglesia Evangélica Misionera con su pastor Raymundo Abad. Lo mismo las asociaciones de Hoteleros, de Comerciantes, de Vendedores del Mercado, de Distribuidores de Pollos, de Ganaderos, de dueños de Farmacias y Farmacéuticos, de Coqueros, de Profesores, y juntas de vecinos, clubes de madres, Club Rotario, y otras.

En clara demostración de lo que querían era el orden esas entidades se agruparon en un Comité de Defensa y Desarrollo de la Sociedad Civil de Dajabón, la que en vez de decretar un paro o quemar gomas en las calles se dirigió a la gobernación para entregar un documento contentivo de sus reclamos. No encontraron a nadie que lo recibiera.
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