Wednesday, October 3, 2007


Incertidumbre familiar por militar desaparecido en NY

El 9 de septiembre fue el último día que Marcela Villa supo de su esposo, el sargento del Ejército Mario Alberto Buelvas, quien le envió un e-mail desde la gran Manzana, a donde había llegado dos días antes procedente del estado de Virginia, donde hizo durante tres meses un curso de reparación de helicópteros.
La ilusión del regreso el 11 de septiembre fue rota ese día cuando Marcela de 29 años, fue informada por el Ejército Nacional que el sub oficial no había regresado al hotel en donde se hospedaba. “Nos dio mucha angustia, pensamos que le había pasado algo grave o había sido detenido por los operativos de seguridad en la conmemoración de los atentados”.
Casada hace 10 años con el militar y con quien tiene dos hijas de 9 años y 20 meses, y al cuidado del hijo mayor de Buelvas de 11 años, dice que en todo momento la comunicación fue constante y nunca se ha ido sin avisar a dónde.
“El estaba muy contento, el curso le salió bien y tenía muchos deseos de regresar a su hogar. Me decía que todo le parecía muy bonito pero le hacia falta la familia”, afirma para salir de toda duda en cuanto a que Mario Alberto hubiera pretendido quedarse en Estados Unidos.
Hasta el momento se desconoce la suerte del sargento de 30 años y los únicos rastros son sus documentos personales, los regalos para su familia y su ropa encontrados en el hotel Comfort Inn.
“Yo le pido que nos colaboren y que se comuniquen con las autoridades si tienen alguna pista sobre su paradero, la familia está pasando por un momento muy difícil”, dijo Marcela, quien reveló que su esposo tiene tatuado en uno de sus antebrazos las letras M y A.
El Jefe de Desarrollo Humano de la Brigada de Aviación del Ejército Nacional, mayor Feliz Duque afirmó que la institución no maneja ninguna hipótesis sobre la desaparición de Buelvas, quien había ingresado al Ejército en 1999 y fue ascendido a sargento mientras estaba en Virginia.
“Imagínese cómo puede estar una madre, estoy muy enferma, esto me está matando” dijo Fany de 66 años, madre de sub oficial y quien junto con su familia conservan la esperanza de que sea encontrado con vida en algún hospital. “A mí no se me pasa por el corazón que esté muerto”, agregó.


F/ElDiarioLaPrensa
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