Tomando como ejemplo el hacinamiento por sobre población penitenciaria de la cárcel de Najayo en la ciudad de San Cristóbal (Sur de la República Dominicana) critica también los retrasos en procesos judiciales de cientos de reclusos así como desacatos a decisiones de tribunales.
En un reportaje que además enfoca situaciones similares en cárceles de otros países latinoamericanos entre estos Bolivia, Brasil y Venezuela, el rotativo indica que el caso Najayo, ilustra con crudeza, la diferencia entre el sistema judicial norteamericano y los de las naciones del nuevo continente.
Tomando como ejemplo a Najayo, destaca el caso del recluso Santos Guzmán Batista quien fue arrestado por el robo de unos cuantos DVD´s que se habían perdido, por lo que fue condenado a 10 días de prisión.
“Pero siete meses después, el señor Guzmán Batista sigue esperando”, reseña el artículo. Manifiesta que las cárceles de América Latina, están sobre pobladas al límite con miles de hombres, mujeres y niños en las celdas, los que no han tenido por largo tiempo un juicio justo, siendo muchos de ellos inocentes de los cargos que se les imputan.
Dice que millares de prisiones como Guzmán, están atrapados por largos períodos sin tener derecho a un juicio.
Recuerda que en la República Dominicana hay más de 15 mil presos y una tercera parte de ellos, no han sido declarados culpables.
“Guzmán, de 31 años de edad y mecánico de motocicletas, no ve a sus hijas desde que fue encarcelado en Najayo, donde hay 1,400 hombres detenidos, 800 de los cuales esperan por un juicio”, refiere el reportaje.
El Post señala que acorde con lo explicado por guardias de la prisión, su población excede por mucho su capacidad de espacio físico.
Guzmán, que fue entrevistado para el reportaje le dijo al periódico que no sabe a dónde irá para poder a un juez. Habló mientras ara atendido por un médico por espasmos en la mano derecha.
Retrae el caso de los 136 presos que murieron quemados hace dos años en una celda construida de blocks de 25.
Critica la estructura física de la cárcel de Najayo, diciendo que la misma está hecha de material que no es adecuado para las altas temperaturas tropicales de la República Dominicana. “Los presos tienen que estar moviéndose en pantalones cortos, camisetas semi abiertas y empujarse para tratar de conseguir un puesto para tomar aire fresco en rústica puertas de metal”.
Sostiene que los guardias de Najayo, lucen fatigados, usando lentes de sol y tratando de moverse a través de la población con sus macanas de madera.
“Otros prisioneros que no quisieron identificarse, dijeron que han conseguido mejor espacios en la cárcel de Najayo a cambio de pagarles a los guardias y de darles algunos artículos de los que los familiares llevan a la cárcel”, agrega.
Recuerda que la tensión que se vive en el interior de Najayo, siempre es una amenaza para estallidos de violencia. Las celdas son pobremente limpiadas con escobas. Señala el caso del pelotero Juan Uribe de los Medias Blancas de Chicago quien estuvo en Najayo, hasta que salió después de pagar una fianza.
Atribuye el Post al fiscal Perfecto Acosta decir que en la República Dominicana, mucha gente vive sin documentos o dan direcciones que no se pueden encontrar. “Es casi siempre un vuelo peligroso”.
“En abril, dos docenas de personas resultaron heridas
“Algunos sirven meses o años en cárceles de máxima seguridad por crímenes que no han cometido”, denuncia el Washington Post.
“El sistema de justicia de América Latina difiere grandemente del estadounidense, donde en este último, se presume la inocencia de los prevenidos, hasta tanto no se les pruebe que son culpables”, sostiene el reportaje.
“La mayoría de los casos de presos en Estados Unidos, tienen que ser presentados ante un jurado. En América Latina, el sistema carcelario, basado en el código Napoleónico, requiere que sean los acusados los que prueben que no son culpables si cualquier investigación resulta en sus arrestos”.
En el reportaje aparece el señor Elías Carranza, director del Instituto de Prevención de Crímenes y Tratamiento a los Presos de América Latina, una entidad de las Naciones Unidas (ONU), señalando que en el continente, los jueces acostumbran a enviar a los arrestados a las cárceles, sólo tomando en cuenta acusaciones vagas y preliminarmente archivadas en los destacamentos policiales y en cientos de casos, los cargos no reúnen suficientes evidencias para procesar en juicio a los prevenidos.
Otro experto en la materia que opinó para el Washington Post es el profesor Mark Ungar de la Universidad de Nueva York, que ha visitado cárceles en la Argentina, Venezuela y Honduras, quien califica esas prácticas como parte de un sistema dictatorial y reglas coloniales que todavía prevalecen en América Latina.
El Washington Post ataca de igual modo las situaciones en cárceles de México, de las que refresca un informe de Amnistía Internacional que enfrenta el trato y las condiciones menos que humanas de los prisioneros.
“El año pasado, en Venezuela, 59 de 100 presos esperaban por juicio, los que se amotinaron exigiendo ese derecho, muriendo varios de ellos”, recuerda.
En Brasil, 172 mil prisioneros están en igual o peor condición, en Haití tres de cada cuatro presos no han sido declarados culpables y en Paraguay y Bolivia, la tercera parte de la población carcelaria enfrenta el mismo problema, según un reporte reciente del Centro Internacional de Estudios de Prisiones con sede en Londres, Inglaterra.
F/DiarioLibre