
Desde entonces se ha desatado una creciente especulación de que alguien, hábilmente, se apoderó de él.
La respuesta de la Casa Blanca fue contundente: "No, el presidente lo puso en su bolsillo y volvió a casa sano y salvo", dijo enfáticamente el secretario de prensa, Tony Snow.
Sin embargo, el hecho sigue estando en los medios de comunicación de todo el mundo y al parecer no todos están convencidos de lo que realmente pasó.
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